No es mi intención escribir un panegírico de la persona con quien trabajé codo a codo durante tantos, tan intensos y tan fructíferos años en el gobierno vasco; o tal vez sí, no lo sé. Lo que sí sé es que la quería hacer visible hoy de una manera especial en este rincón, precisamente el día que se cumplen 15 años del asesinato de su marido, el político socialista Juan Mari Jáuregui a manos de ETA, por el simbolismo de su figura, de su discurso y de su trayectoria.
Y se me ha ocurrido que no había mejor manera de hacerlo que traer al recuerdo unos versos escritos por un poeta palestino, ya fallecido, Taha Muhammad Ali, traducidos al español por ese admirable activista por la paz en su tierra, Israel, que es Meir Margalit, con quien tuve el placer de compartir estancia, charlas, mesas redondas y actos diversos durante varios días en Catalunya, el mes de octubre del año pasado.
La página web «www.sin permiso.info» publicó la traducción del poema con ocasión del fallecimiento del líder judío Ariel Sharon en enero de 2014, después de permanecer ocho años en coma. El héroe militar sionista, responsable en la guerra del Líbano de 1982 de las masacres de los campos de refugiados de palestinos de Sabra y Chatila, fue varias veces ministro del Likud y provocó la intifada de Al Aqsa cuando entró armado en la Explanada de las Mezquitas. Primer Ministro en 2001, diseñó la estrategia de la retirada israelí de la franja de Gaza, sustituyendo la ocupación directa por el asedio.
La muerte de Sharon fue una ocasión propicia para recordar los versos de Taha Muhammad Ali y este decimoquinto aniversario del asesinato de Juan Mari Jáuregui creo que constituye una magnífica y muy oportuna circunstancia para volver a hacerlo, como pequeño homenaje a lo que representa su viuda, mi querida y entrañable amiga Maixabel.
Dice así el poeta palestino.
De momento,
tengo ganas de retar a duelo
al hombre
que asesinó a mi padre
y demolió mi casa
y me mandó desamparado
a errar por el estrecho mundo.
Si él me llegara a matar
entonces yo lograría descansar en paz
mientras que si fuera yo quién lo matara
podría por lo menos vengarme.
Pero…
si me enterara
en medio de ese duelo
que mi enemigo
tiene madre
que le está esperando,
o padre
que se agarra el pecho, angustiado,
preocupado
cada noche porque su hijo tarda en regresar a casa
aunque sólo sea un cuarto de hora,
en ese caso,
no lo mataría,
aunque lograra vencerlo.
No solo eso,
no lo mataría si me enterara
que tiene hermanos y hermanas
que le tienen cariño
y no dejan de extrañarlo.
O que tiene
mujer que lo espera
e hijos
que lo añoran cuando se ausenta
y son felices con los regalos que les compra.
O que tiene
amigos, compañeros
vecinos y conocidos,
compañeros de celda,
gente con quien comparte habitación en el hospital,
camaradas de estudio
que se interesan por él
y gustan saludarlo.
Pero si es una persona solitaria,
que carece de familia,
de madre y de padre
de hermanos y hermanas,
Que no tiene mujer ni hijos,
sin amigos, compañeros o vecinos
con quien compartir momentos difíciles:
no seré yo quién agrave su sufrimiento.
Solo me consolaré
tratándolo con indiferencia
cuando por la calle me cruce con él.
Y trataré de convencerme a mi mismo
que mi indiferencia
es también en si misma
una forma de venganza.
A ti, pues, Maixabel, que has sido capaz de sustituir la indiferencia por el perdón y que representas como pocos el significado genuino de esos hermosos valores de paz y convivencia con memoria que tanto sigue necesitando Euskadi.
29.7.15
[…] A Maixabel Lasa. […]
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Gracias, Txema. Eskerrik asko, Maixabel.
En la vida, dos ruedas son suficientes para echar a andar. Así lo hicistéis vosotros, con unas dificultades tremendas y con la «indiferencia» de muchísima ciudadanía vasca que solo veía en vustra labor un engorroso y permanente recuerdo de que en este país vascos han matado a personas por su ideología. Que hay víctimas que deben ser reconocidas como tales, pero que no pueden recibir un homenaje institucional, ya que no podemos ensalzar a una persona que estaba buscando la muerte de otra. Nos enseñásteis el incalculable valor que tuvo -y tiene- la experiencia Glencree, vuestro buen hacer y la discreción de vuestros encuentros con esas víctimas que no pretenden el relumbrón y el altavoz. En fin, pareja, que os fuistéis y desde entonces esta sociedad, tan necesitada de referencias éticas, quedó un poco huérfana, un tanto descuidada por su retaguardia, que es por donde se cuelan los jetas, los aprovechados, los revolteadores de heces personales para que parezca que todos la cagamos.
Txema, Maixabel, os echamos de menos. Esto ya no es lo mismo
Besarkada bana,
fa
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ederrak benetan bertso horiek eta ederki islatzen dute Maixabelengandik ikasi duguna, barkatzearen garrantzia. Milesker zuri eta nola ez Maixabeli bere ereduarengatik
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