No son los animales, es la mentira

Tengo el máximo respeto por los animalistas, aunque mantengo algunas diferencias importantes con ellos. No me merecen, sin embargo, respeto alguno los mentirosos. Ya sé que vivimos unos tiempos en los que mucha gente sostiene que la verdad está sobrevalorada y actúa en consecuencia, pero yo me he amarrado con fuerza al mástil y me resisto a ser arrastrado por esos vientos y esas olas.

Viene esto a colación de un incidente que podía haber sido muy menor, protagonizado por el Ayuntamiento de Llodio, a través, parece ser, de su concejala de fiestas, pero que no lo ha sido, por la razón que explicaré.

Desde su página web, el Ayuntamiento difundió el día 1 de agosto una noticia, en la cual anunciaba la desaparición de los encierros txikis tal y como se han venido celebrando en las fiestas de Llodio desde hace años. Esto es, chavales y chavalas cultivando su afición a los encierros, corriendo detrás de unos becerros pequeños y algún pony. En su lugar, el Ayuntamiento preveía que las carreras fueran provocadas por “dos divertidos y traviesos toros de agua” y no por los becerros.

Hasta ahí, no dejaba de ser una decisión del organizador del festejo, incorporando una novedad, como tantas otras que se producen prácticamente cada año en las fiestas de nuestro pueblo. Gustará más o gustará menos. Los protagonistas de la fiesta dictarán veredicto en su momento.

Personalmente me decanto por los encierros tradicionales, constatando además que la experiencia de otros años es buena. Pero no haría cuestión de esto. Como he dicho, respeto a los animalistas y puedo entender sus argumentos, aunque no comparta algunos de ellos. Por eso, este incidente no va de protección de los animales.

Ocurre que algún responsable municipal debió pensar que el cambio “becerro por muñeco con carretilla y pistola de agua” podía, tal vez, no ser demasiado bien acogido por la chavalería e incluso por los espectadores. Entre otras cosas, se pierde la emoción que aportan los animales de verdad en la carrera, que no deja de ser la esencia del encierro. Por ello, optó el Ayuntamiento por protegerse de las posibles críticas escondiéndose en la ajenidad de la decisión. La vieja excusa del “yo no he sido”, derivando la responsabilidad hacia un tercero.

Para la ocasión, estaba a mano la recientemente aprobada Ley de protección de los derechos y el bienestar de los animales, con la que se podía dar el pego. Bastaba afirmar que la norma “prohíbe expresamente la participación de las niñas y los niños en la tauromaquia” (SIC). No es cosa mía, es la ley que me obliga. Se anuncia en agosto, que la mitad de la peña está fuera y la otra mitad de fiestas y para cuando llegue el día, todo tranquilo y, nunca mejor dicho, sobre ruedas.

La cosa no pasaría de una simple anécdota sin importancia, si no fuera porque el escudo elegido para echar la culpa a otro es sencillamente una grosera falsedad. La ley citada por el Ayuntamiento regula la protección de los animales y no los espectáculos taurinos. De hecho, su artículo 1 especifica que “Quedan excluidos del ámbito de aplicación de esta ley los animales utilizados en los espectáculos taurinos (…)”.

Añádase que no ha habido modificación alguna de la normativa que regula la celebración de festejos taurinos, por lo que el marco legal es el mismo de años anteriores en que se celebraron los encierros txikis con animales.

Por tanto, no existe la obligación legal alegada por el Ayuntamiento para justificar su decisión de cambiar el encierro de los peques. Aparece así al descubierto la auténtica responsabilidad de la decisión.

Cuando advertí esta circunstancia, escribí un comentario en la página web municipal que recogía la noticia, haciéndoles partícipes de lo que yo creía que podía haber sido un simple error. Debo indicar que también se habían equivocado en el número de la Ley, al citar la norma de protección de los animales. No era la 32/2023, que ellos decían, sino la 7/2023.

Sin embargo, me equivoqué. Creí que se trataba solo de un error y que no había mala intención por parte de nadie. Pero la reacción del Ayuntamiento, tras leer mi comentario y hacer las pertinentes comprobaciones, me indicó lo contrario. Rectificaron solo la parte más visiblemente falsa de la noticia, que era el número de la Ley, pero nada cambiaron de su contenido. Siguió – y sigue – manteniendo que la mencionada Ley prohíbe la participación de los «niños y niñas en la tauromaquia». Y eso, obviamente, ya no es un error, sino una mentira.

No se puede culpar a los medios locales que se hicieron eco de la noticia sin cuestionar su credibilidad, porque ellos hacen su trabajo desde una premisa de confianza plena en nuestro Ayuntamiento. Difícil sospechar que les puedan dar gato por liebre con semejante descaro. Y, al fin y al cabo, tampoco estamos ante una entrevista o un debate preelectoral en el cual se enfrenten a candidatos que les obliguen a extremar su alerta.

Como dijo Feijoo hace unas semanas: “No mentí ni miento. Si alguna vez digo algo que no es correcto, no es fruto de la mentira, sino de la inexactitud”. Está claro, es signo de nuestros tiempos.

Escribo todo esto con mucha tristeza y moderada indignación. Al final, nadie dirá nada, nadie protestará, nadie pedirá cuentas ni explicaciones, nadie exigirá rectificaciones. Lo de menos es si corren becerros o toros de agua. Alguien dará por bien empleada la mentira, que prevalecerá. Y lo hará, sobre todo, porque ya ha acampado en nuestras conciencias. Se ha hecho amiga de la indiferencia y, simplemente, no molesta.

3.8.23

PS: Hace unos días, el comentario que escribí en la página web del ayuntamiento fue respondido por Ana Moreno. Creo justo hacer mención a ello, porque arroja información nueva y el objetivo debe ser contar con la mayor claridad posible.

Básicamente, introduce en su análisis la normativa de espectáculos taurinos vigente en Euskadi, así como la Ley 9/2022, de 30 de junio, de protección de los animales domésticos de Euskadi, para concluir que, aunque errónea la fundamentación jurídica, la decisión del ayuntamiento de Llodio se produce igualmente por imperativo legal. Según su tesis, el Reglamento de Espectáculos Taurinos de Euskadi excluye de su ámbito de aplicación los encierros en los que participen reses de ganado bovino de peso inferior a 60 kg en vivo. Es decir, el encierro txiki no sería un espectáculo taurino sometido a este Reglamento.

Por ello, no quedaría excluido del ámbito de aplicación de la Ley 9/2022, de 30 de junio, de protección de los animales domésticos, de carácter autonómico y los animales que participan en este encierro estarían protegidos por dicha Ley y el espectáculo sería prohibido por los artículos 27 y 38, este último por la utilización de animales menores de seis meses.

Sin embargo, después de analizar sus razonamientos, tengo que decir que mantengo la conclusión esencial: el cambio llevado a cabo en el encierro txiki de Llodio no se deriva de una obligación legal sino de la exclusiva voluntad del ayuntamiento.

Los encierros txiki llevan celebrándose en Llodio muchos años. Y dentro de esos muchos, bastantes estando en vigor el Regamento de Espectáculos Taurinos de Euskadi, que data de 2008 y resulta de aplicación. Pues bien, su artículo 87 establece que la celebración de espectáculos taurinos tradicionales (los encierros, por ejemplo) requieren la previa autorización de la Dirección de Juego y Espectáculos del Gobierno Vasco. Para obtener dicha autorización, los organizadores han de presentar, entre otros documentos, una certificación de la empresa ganadera acreditando el peso de las reses que se van a utilizar. Esto significa que, durante todos estos años, la autoridad competente ha autorizado la celebración de los encierros txiki en Llodio (de lo contraraio, no podrían haberse celebrado o habrían sido ilegales) porque los mismos cumplían con la normativa vigente. Y esto solo podía ser así, porque el peso del ganado empleado en dichos encierros txiki era superior a los 60 kg., cayendo, por tanto, el espectáculo, dentro del ámbito normativo aplicado. Si no, nuevamente nos habríamos encontrado con una ilegalidad.

Esta circunstancia del peso de cada animal utilizado es la que deshace la premisa en la que Ana Moreno basa su razonamiento, puesto que sí sería de aplicación lo dispuesto en el artículo 3 de la Ley 9/2022, de 30 de junio, de protección de los animales domésticos, de carácter autonómico, cuyo apartado d) excluye de su aplicación los espectáculos taurinos reglados. Y no sería aplicable la prohibición recogida en su artículo 27.

Cuanto antecede explicaría el hecho de que, el año pasado, con posterioridad a la entrada en vigor de la mencionada ley de protección animal en Euskadi, se celebraran en Llodio, sin problema alguno, al menos, tres encierros txikis, que contaban evidentemente con la preceptiva autorización administrativa, otorgada de acuerdo a la legalidad vigente.

Con todo, y como ya le he dicho a ella, si algo de cuanto afirmo no se ajusta a la realidad, no tendré inconveniente en reconocerlo y rectificar.

8.8.23

3 comentarios en “No son los animales, es la mentira

  1. A 28 de agosto, un día después de la finalizacion de las fiestas y visto el ‘a mi juicio’ nefasta participación de los nuevos encierros txiki, con manifestacion de menores incluida. Lo cual personalmente aplaudo. El consistorio debería rectificar la anulación que ha llevado acabo, a base de engaños y no privar a los chavales y chavalas de unos de los actos de mayor participación de todas las fiestas como ha sido el encierro txiki

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